Publicado el mayo 16, 2024

La clave para una reducción de costes del 35% no es la deslocalización masiva, sino la fragmentación quirúrgica de la cadena de valor en Centros de Excelencia distribuidos.

  • España debe reconvertirse en un centro de I+D, prototipado y producción de alto valor añadido.
  • Marruecos ofrece una plataforma competitiva para ensamblaje y procesos intensivos en mano de obra con agilidad logística.
  • Asia sigue siendo imbatible para la fabricación de componentes estandarizados y de coste intensivo.

Recomendación: Analice el Coste Total de Propiedad (TCO), no solo el coste laboral, para diseñar un ecosistema productivo global que sea resiliente, ágil y rentable a largo plazo.

El dilema para cualquier director de operaciones en España es constante: la presión por reducir costes para competir a escala global choca frontalmente con el riesgo de perder control, calidad y agilidad al deslocalizar la producción. La respuesta tradicional, mover una fábrica entera a un país de bajo coste, se ha revelado como una solución simplista y, a menudo, contraproducente. Esta estrategia ignora los costes ocultos de coordinación, los riesgos geopolíticos y la pérdida de conocimiento crítico acumulado durante décadas en los equipos locales.

La conversación estratégica ha evolucionado. La pregunta ya no es «¿a qué país muevo mi producción?», sino «¿qué fase de mi cadena de valor encaja en la ventaja comparativa de cada geografía?». El enfoque moderno no busca un único lugar barato, sino que persigue una fragmentación quirúrgica de la producción. Se trata de diseñar un ecosistema global donde cada país actúa como un Centro de Excelencia para una función específica: España para la innovación y el alto valor, Marruecos para el ensamblaje ágil y Asia para los componentes de volumen. Esta desagregación inteligente de la cadena de valor es lo que permite optimizar el Coste Total de Propiedad (TCO), y no solo el coste laboral directo.

Adoptar esta perspectiva transforma la deslocalización de una apuesta arriesgada a una herramienta de precisión estratégica. Al mantener las fases críticas en casa y externalizar de forma selectiva las operaciones más estandarizadas, las empresas pueden alcanzar reducciones de costes significativas sin sacrificar la calidad ni la capacidad de respuesta. Este modelo híbrido no solo es más eficiente, sino también inherentemente más resiliente ante las disrupciones globales.

Este artículo proporciona el marco de análisis para directores industriales que buscan implementar esta estrategia. Exploraremos cómo decidir qué fases deslocalizar, cómo coordinar una red de producción multinacional, cuándo optar por nearshoring o offshoring, y cómo medir el verdadero retorno de la inversión, transformando su cadena de suministro en una ventaja competitiva duradera.

¿Cómo decidir qué fases de producción deslocalizar y cuáles mantener en España?

La decisión de fragmentar la producción no es un acto de fe, sino el resultado de un análisis riguroso de la cadena de valor. El objetivo es identificar qué procesos son «commodity» y cuáles constituyen el núcleo de la ventaja competitiva. La industria española ha adoptado esta estrategia principalmente para ahorrar en costes laborales y mejorar la eficiencia, especialmente en sectores de alto contenido tecnológico. La clave es no deslocalizar el «cerebro» de la operación, sino las «manos» más repetitivas.

El primer paso es mapear cada fase del proceso productivo, desde la concepción hasta la entrega final, y asignarle dos valores: intensidad de mano de obra y valor estratégico. Procesos como el ensamblaje manual, la confección o el mecanizado simple son candidatos claros para la deslocalización a geografías como Marruecos. Por el contrario, la I+D, el diseño de producto, el control de calidad final, la ingeniería de procesos complejos y el prototipado rápido son el ADN de la empresa. Estos deben permanecer en España, transformando la planta local en un Centro de Excelencia enfocado en la innovación y la personalización.

Un error común es subestimar el «conocimiento tácito», esa pericia no documentada que reside en los operarios más experimentados. Antes de mover cualquier máquina, es vital documentar y digitalizar estos procesos para no perder décadas de optimización informal. La decisión final debe basarse en una matriz que pondere el ahorro de costes contra el riesgo de pérdida de propiedad intelectual y la complejidad logística.

Plan de acción: Matriz de decisión para evaluar qué procesos deslocalizar

  1. Identificar intensidad laboral: Liste todos los procesos con alta carga de mano de obra (ensamblaje, confección) como candidatos prioritarios para ser evaluados para Marruecos o Asia.
  2. Mapear conocimiento crítico: Identifique los procesos que dependen del conocimiento tácito y la experiencia de operarios senior. Estos deben permanecer en España.
  3. Evaluar complejidad tecnológica: Analice el nivel de secreto industrial y propiedad intelectual de cada fase. Las fases con alta IP se quedan en casa.
  4. Transformar el rol de la planta española: Defina un plan para convertir la fábrica nacional en un Centro de Excelencia para I+D+i, prototipado y series cortas personalizadas.
  5. Documentar el «saber hacer»: Inicie un proyecto de gestión del conocimiento para digitalizar y estandarizar el «saber hacer» no escrito antes de tomar cualquier decisión de traslado.

¿Cómo coordinar producción entre 3 plantas en diferentes países sin perder eficiencia ni calidad?

La coordinación es el talón de Aquiles de la fragmentación productiva. Gestionar tres nodos en España, Marruecos y Asia exige una visibilidad y un control absolutos, que solo la tecnología puede proporcionar. La solución reside en implementar una plataforma de gestión centralizada, un «gemelo digital» de la cadena de suministro que integre en tiempo real los sistemas ERP, MES y SCM de cada planta. Este centro de control permite monitorizar el flujo de materiales, el estado de la producción y los indicadores de calidad como si todo ocurriera bajo un mismo techo.

La estandarización de procesos y la formación son fundamentales. Los protocolos de calidad, los métodos de trabajo y los criterios de aceptación deben ser idénticos en todas las localizaciones. Esto implica un esfuerzo inicial considerable en formación de equipos locales y auditorías cruzadas frecuentes para garantizar la homogeneidad. La tecnología, de nuevo, es una aliada. La realidad aumentada puede usarse para que un técnico en España guíe remotamente a un operario en Vietnam, asegurando la correcta ejecución de una tarea compleja.

Para lograr la máxima eficiencia, la automatización juega un papel doble. Mientras se deslocalizan tareas manuales, la planta española debe robotizarse para manejar las fases de mayor precisión y valor. Según datos recientes, en España se instalaron 5.160 robots industriales en 2024, demostrando una clara tendencia a reforzar la capacidad tecnológica local. Esta inversión en automatización en el Centro de Excelencia español libera capital humano para la supervisión global y la mejora continua.

Sistema de coordinación digital entre plantas de producción en España, Marruecos y Asia
Escrito por Patricia Sánchez Ortega, Patricia Sánchez Ortega es ingeniera informática especializada en transformación digital e implementación de tecnologías emergentes, con certificación PMP y TOGAF. Durante 13 años, ha liderado proyectos de digitalización, inteligencia artificial y blockchain en startups tecnológicas y empresas industriales españolas. Licenciada en Ingeniería Informática por la Universidad Politécnica de Madrid y con un Executive MBA por IESE, actualmente es directora de innovación tecnológica en una startup fintech madrileña en fase de Serie B.